Emprendimiento Rural: Claves para Conectar a la Juventud

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El fomento de la educación con tecnologías sostenibles y el acceso a tierras cultivables son aspectos cruciales para revitalizar el interés de los jóvenes en el sector agropecuario. Según el reciente Estudio de Caracterización de Juventud Rural Emprendedora en las regiones de O’Higgins y Maule, solo el 12% de los jóvenes emprendedores opta por el agronegocio, lo que resalta una desconexión creciente con el trabajo agrícola. Esta tendencia se atribuye a diversas barreras culturales y estructurales que afectan a estos jóvenes, quienes prefieren explorar iniciativas diferentes. María Cristina Hernández, analista del Observatorio Laboral de la Universidad de O’Higgins, enfatiza que esta desconexión no solo se trata de cifras, sino de una fractura cultural que aleja a los jóvenes de la vida campesina y que está históricamente marcada por relatos de pobreza y trabajo precario.

La falta de acceso a tierras cultivables y el financiamiento son solo algunos de los obstáculos que enfrentan los jóvenes que quieren emprender en el agro. Como sostiene Hernández, muchas tierras siguen en manos de generaciones mayores, lo que dificulta que la juventud acceda a este recurso vital. Además, la incertidumbre del clima y del mercado suman complicaciones que restan atractivo al sector agrario. «Los jóvenes se enfrentan a la necesidad de obtener créditos accesibles y subsidios que les permitan regularizar el acceso a las tierras, así como la capacitación técnica para manejar el ciclo productivo y los escasos recursos disponibles», advierte la socióloga.

A pesar de los desafíos que enfrenta el sector, Hernández considera que es posible cultivar una conexión entre los jóvenes y el emprendimiento agrícola, fomentando políticas públicas que se alineen con las necesidades generacionales. La oportunidad de conectar a los jóvenes con la agricultura moderna, que incorpora tecnología e innovación, es más prometedora que nunca. «Esta generación cuenta con una educación superior y una mayor conciencia ambiental, lo que les otorga el potencial para generar un impacto positivo tanto productivo como social en sus comunidades», afirma Hernández, sugiriendo que es imperativo implementar formación técnica-tecnológica que respalde estas iniciativas.

La experiencia y las habilidades necesarias para enfrentar el futuro del agro pueden impulsarse a través de acciones coordinadas entre diversas instituciones, incluyendo aquellas dedicadas a la educación técnica. Para Hernández, garantizar el éxito de los emprendimientos juveniles en el sector agrario pasa por el desarrollo de programas que incorporen tecnología y enfoques sostenibles. «Brindar a los jóvenes acceso temprano a herramientas de gestión es fundamental para abrir nuevas oportunidades de desarrollo en sus comunidades rurales», concluye.

Finalmente, Hernández enfatiza que la juventud rural chilena representa un recurso invaluable para transformar el panorama agropecuario. Ella insta a ir más allá del diagnóstico y a trabajar en soluciones sostenibles a largo plazo, centrándose en estrategias inclusivas que promuevan un acceso equitativo a los recursos. Resalta la importancia de iniciativas como las de INDAP, que buscan atender las realidades de la juventud rural. «Es crucial revitalizar la actividad agropecuaria con la participación de nuevos talentos, donde la agricultura del futuro no solo esté en manos de jóvenes, sino que también conecte a estos con sus raíces y territorios», concluye, invitando a repensar la agricultura de manera colaborativa.

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