Este jueves el principal foro económico ruso, en San Petersburgo, intenta transmitir a toda costa el siguiente mensaje: Rusia ha controlado la pandemia y sigue abierta a las inversiones pese a las tensiones geopolíticas.
Este foro es uno de los primeros eventos de este tipo desde el inicio de la pandemia, que provocó la anulación de las habituales grandes citas internacionales.
El punto central será la presencia el viernes del presidente Vladimir Putin
La corta duración del foro, considerado hace tiempo como el “Davos ruso”, del 2 al 5 de junio, ilustra tanto el riesgo sanitario como el deterioro de la imagen de Rusia en la escena internacional.
La pandemia explica las ausencias, pero la verdad es que desde 2014 el foro ha visto cómo se reducía la lista de participantes, y disminuía el número de grandes contratos que ahí se negociaban.
En 2020, las inversiones directas extranjeras en Rusia eran solamente de 1.400 millones de dólares, el nivel más bajo desde 1994.
Aunque el PIB ruso no se ha visto demasiado afectado por el COVID-19 debido a confinamientos muy limitados en comparación con el resto del mundo, Rusia afronta el desafío de revitalizar su economía, estancada desde hace años.
“Putin quiere más inversiones extranjeras en Rusia” dice el presidente del grupo petrolero francés Total, Patrick Pouyanné.
Pero desde la anexión de Crimea en 2014 y el inicio de las sanciones internacionales, las relaciones de Moscú con Occidente han empeorado, y con ellas los vínculos económicos y comerciales.
Y las tensiones se han agravado con el encarcelamiento del opositor Alexei Navalni, y el endurecimiento de las leyes para controlar internet, los medios y las ONG extranjeras
Cumbre con Biden
Los participantes en el foro de San Petersburgo esperan que la reunión de los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladimir Putin y Joe Biden, en Ginebra el 16 de junio, permita una cierta estabilización.
De momento, pocos líderes están en este foro en la antigua capital imperial rusa. El emir de Catar se limita a una aparición por video, debido al coronavirus, pese a que su país es el invitado de honor.
El foro, organizado en apenas dos meses, ha adoptado estrictas medidas sanitarias: cuenta con 5.000 participantes, cuatro veces menos de lo habitual, los tests PCR son obligatorios, así como misteriosos instrumentos innovadores como una “bruma fría anti-covid”.
Pero los extranjeros que llegan a Rusia para asistir al foro descubren sorprendidos el ritmo de vida: ninguna distancia social, ausencia casi total de mascarillas, terrazas, restaurantes y salas de espectáculo repletas, y fiestas nocturnas.
Sin embargo el COVID-19 ha sido devastador estos últimos doce meses en Rusia, uno de los países más afectados y que registra miles de nuevos casos y centenares de muertos diarios.
Aunque Rusia puede vanagloriarse de haber hallado rápidamente una vacuna, la vacunación es muy lenta, ya que su población es muy desconfiada ante el producto y las autoridades.
“La situación (epidemiológica) no es fácil, pero la estamos gestionando bien” aseguró el martes el gobernador de San Petersburgo.
El foro de San Petersburgo supone también un ensayo antes del Euro de fútbol, ya que la ciudad va a acoger no menos de siete partidos así como a decenas de miles de aficionados a partir del 12 de junio.