El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de junio ha marcado un hito significativo al registrar una caída histórica del -0,4%, la mayor en un año y medio. Este descenso ha suscitado optimismo tanto en los mercados como en el gobierno y la ciudadanía, abriendo un espacio propicio para el alivio económico que podría impactar positivamente en los hogares y en la Unidad de Fomento (UF). La caída del IPC sugiere un posible descenso de la inflación, lo que podría influir en la próxima decisión del Banco Central respecto a la Tasa de Política Monetaria, generando expectativas de un entorno financiero más favorable para los consumidores.
La importancia del IPC es fundamental, ya que este indicador mide cómo varían los precios de una canasta representativa de bienes y servicios a lo largo del tiempo. En junio, seis de las trece divisiones que integran el índice tuvieron un impacto negativo, especialmente en los sectores de alimentos y bebidas no alcohólicas, que decrecieron 0,9%, y vestuario y calzado, que bajaron un 6,4%. Entre los productos que experimentaron las mayores reducciones de precios se encontraron los limones, con un descenso del 27,3%, tomates (-14,7%), carne de vacuno (-2,2%) y computadores (-4,3%). Estas cifras han permitido que la inflación acumulada llegue a un 1,9% en el año, acercándose a la meta del Banco Central de un 4% anual.
Lorena Parada, ingeniera comercial y académica de Educación Financiera en la Universidad de La Serena, se ha pronunciado sobre este fenómeno, subrayando que la caída del IPC es una noticia positiva pues las bajas de precios afectan áreas esenciales del consumo diario. Sin embargo, Parada también ha expresado cautela, indicando que este efecto es transitorio y no debe ser interpretado como una mejora permanente en el poder adquisitivo de los hogares. Desde la perspectiva del consumidor, esta baja implica beneficios inmediatos debido a la reducción de precios, así como el ajuste en la Unidad de Fomento, que podría disminuir en torno a 157 pesos en el próximo mes.
La expectativa de una baja en la UF se traduciría en una disminución de costos para productos financieros indexados, como seguros, finalidades de salud, arriendos y créditos hipotecarios. Por ejemplo, un pago mensual de 20 UF podría implicar un ahorro cercano a los 3.000 pesos. No obstante, Parada advierte que este alivio es temporal, ya que se anticipa un incremento en el IPC en julio, influenciado por aumentos en las tarifas eléctricas en diversas regiones del país y por factores externos como los precios del combustible, que podrían seguir afectando la inflación nacional.
Finalmente, la decisión del Banco Central en relación a la tasa de política monetaria será crucial en el próximo período. Una reducción en esta tasa busca fomentar el consumo y aliviar el costo del endeudamiento, facilitando el acceso a créditos de corto plazo. Parada enfatiza que, a pesar de las señales alentadoras, el Banco Central enfrenta el difícil desafío de equilibrar diversas variables para llevar la inflación hacia sus metas, sin afectar el crecimiento económico. Si se mantiene una trayectoria positiva, el país podría aspirar a alcanzar una inflación de 3% para el segundo semestre de 2026, consolidando así uno de los referentes de la política económica nacional.