Compasión: Clave para el Bienestar Emocional

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El 6 de julio se conmemora el Día Mundial de la Compasión, un evento que rinde homenaje al nacimiento de Su Santidad el Dalai Lama. Este día no solo se celebra para recordar a una figura importante en la difusión de la compasión a nivel mundial, sino que también subraya la necesidad de integrar esta virtud en nuestra vida cotidiana. La compasión no es simplemente un acto aislado, sino una habilidad que podemos cultivar y mejorar, y que contribuye a fortalecer ties and harmony in our relationships with others and ourselves.

A menudo, las personas reaccionan de forma negativa a propuestas de compasión, asociándola erróneamente con la lástima. Frases como «¡No necesito tu compasión!» o «¡No te autocompadezcas!» demuestran un malentendido sobre el verdadero significado de esta palabra. La Real Academia Española la define como «sentimiento de tristeza que causa el sufrimiento ajeno», lo que podría llevar a pensar que se trata solo de una forma de pena. Sin embargo, en contextos como el cristianismo y el budismo, así como en la psicología positiva, compasión se refiere a una sensibilidad hacia el sufrimiento que implica no solo empatía, sino también un deseo activo de aliviar el dolor del otro.

El concepto de compasión se desarrolla en tres dimensiones: hacia los otros, hacia uno mismo y la capacidad de recibir compasión. Esta última dirección implica la necesidad de soltar el orgullo y reconocer que todos somos vulnerables. En el ámbito personal, los individuos que son extremadamente autoexigentes y críticos consigo mismos suelen batallar con la culpa y el reproche interno. Esta tendencia puede tener consecuencias perjudiciales para la salud mental, por lo que fomentar la autocompasión se vuelve esencial, especialmente en tiempos de dificultad y errores.

La autocompasión se define como la capacidad de tratarse a uno mismo con bondad y comprensión en momentos de sufrimiento. Consiste en ser indulgente y empático contigo mismo en lugar de ser excesivamente crítico u hostil. Promover una actitud de autoamabilidad en lugar de juicio negativo conduce a un aumento del bienestar personal. Reconocer que el sufrimiento y los errores son parte integral de la experiencia humana puede ayudar a las personas a sentirse más conectadas entre sí, lo cual contrarresta la soledad a menudo provocada por una cultura individualista.

La noción de ‘humanidad compartida’ es fundamental para entender la autocompasión. No se trata de consolarse en el infortunio ajeno, sino de reconocer que todos compartimos experiencias humanas comunes y que, al unirnos, podemos enfrentar las adversidades y celebrar los momentos felices. Esta práctica de compasión, que se refleja en las enseñanzas de figuras como Jesús, puede ser entrenada y cultivada para mejorar no solo nuestra calidad de vida, sino también la de los demás. Así, al practicar la compasión en todas sus formas, contribuimos a crear un entorno más empático y solidario.

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