Crisis en la salud pública: Urgente cambio necesario

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La tragedia de la familia de Calbuco, que sufrió la pérdida de su pequeña de tres años tras ser enviada «para la casa» en el Hospital local, resalta las graves falencias de un sistema de salud pública que no responde adecuadamente a las necesidades de la población. Este lamentable suceso, donde la niña falleció en el trayecto hacia el Hospital Regional de Puerto Montt, no es un caso aislado, sino que refleja una alarmante tendencia en nuestra Región de Los Lagos, donde el acceso y la calidad de atención médica están constantemente cuestionados. La comunidad se encuentra en estado de alerta ante un problema que parece perpetuarse en el tiempo, convirtiéndose en un grito de auxilio que exige cambios urgentes e inmediatos en el sistema de salud.

Las historias de negligencia y falta de atención adecuada son múltiples y desgarradoras. Un ejemplo reciente, el de un conocido de Puerto Varas, quien, tras ser despachado en dos ocasiones «para la casa», fue finalmente diagnosticado con un estado crítico de coma diabético solo después de haber consultado en una clínica privada. Este tipo de situaciones pone en evidencia una falta de coordinación y un sistema de triage que claramente no está funcionando. La frustración y la desesperación de quienes confían su salud a los centros públicos son palpables, y la certeza de que otros pacientes corren el mismo riesgo resulta intolerable.

El caso de Benjamín Talma, un joven de Alerce, quien falleció después de esperar doce interminables horas en la urgencia del Hospital de Puerto Montt, añade un matiz dramático que resonó a nivel nacional. Esta fatalidad no solo enciende el debate sobre la eficiencia de los servicios de urgencia, sino que también desata la angustia de muchas familias que enfrentan la incertidumbre de recibir la atención que necesitan. El descontento de la población está creciendo, y la presión sobre las autoridades se intensifica cuando se conocen historias como la de un adulto mayor de 74 años, quien tuvo que recorrer un camino extraordinario hacia Argentina para recibir atención médica urgente debido a la falta de recursos en Chile.

Estos relatos son solo la punta del iceberg en un sistema que requiere revisión y reforma profunda. La salud de nuestra comunidad no debería depender de la voluntad o la capacidad de pago de los ciudadanos para acceder a servicios médicos adecuados. La salud es un derecho, y las autoridades deben tomar acciones concretas y urgentemente para garantizar el bienestar de todos los ciudadanos. La clave está en establecer mecanismos que garanticen accesos equitativos, así como una atención oportuna y de calidad, sin que la miseria del sistema obligue a los ciudadanos a buscar atención fuera del país.

La responsabilidad no recae exclusivamente en las autoridades sanitarias; como comunidad, debemos levantarnos y ser parte activa de la exigencia de un sistema de salud justo y accesible. Mientras este panorama se mantenga, el temor de que «mañana podría ser cualquiera de nosotros» es una realidad inquietante. La comunidad tiene el poder de exigir cambios sustanciales y de demandar responsabilidad, no solo de los que están en la cúspide del sistema de salud, sino también de aquellos que deben velar por el bienestar de cada ciudadano. Es momento de que se escuchen nuestras voces y se actúe con determinación, porque claramente, quienes deben irse «para la casa» son aquellos que no cumplen con su deber de cuidar la salud de la población.

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