La violencia desatada por bandas criminales en Haití ha alcanzado niveles alarmantes, provocando el desplazamiento forzado de más de 60 mil personas en apenas un mes. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), este fenómeno ha convertido a Puerto Príncipe, la capital del país, en el epicentro de una crisis humanitaria sin precedentes. Las cifras, que marcan un récord desde que la OIM inició su sistema de seguimiento a principios de 2023, revelan un panorama sombrío, donde familias enteras se ven obligadas a abandonar sus hogares en busca de seguridad.
Grégoire Goodstein, representante de la OIM en Haití, ha expresado su profunda preocupación por el aumento implacable de los desplazamientos, señalando que nunca antes se había documentado un número tan elevado en un periodo tan corto. De acuerdo con los datos recopilados, el desplazamiento de más de 42 mil personas entre febrero y marzo, seguido de otra ola que afectó a 23 mil, pone de manifiesto la rapidez con la que se deteriora la situación. “Las familias son desarraigadas una y otra vez”, advierte Goodstein, enfatizando la necesidad urgente de asistencia a la población afectada.
La crisis humanitaria se agrava en un país que ya cuenta con más de un millón de desplazados, una cifra que se ha triplicado en el último año. Las condiciones de vida se han vuelto insostenibles, con reportes de violencia contra civiles que se intensifican y reducen las zonas seguras. La población vive con el temor constante de ser víctima de los ataques de las pandillas, que controlan alrededor del 85% de Puerto Príncipe, según informes de la ONU. Este contexto de inestabilidad y miedo ha llevado a muchas familias a huir, dejando atrás todo lo que poseen.
Frente a esta crisis, la Misión Multinacional de Seguridad (MMAS), liderada por Kenia, intenta restablecer el orden. Sin embargo, su impacto ha sido limitado, ya que actualmente solo 1.000 policías de seis países están activos en la región, muy por debajo de los 2.500 esperados. Expertos consideran que mientras la situación de seguridad siga sin mejorar, es improbable que se detenga el ciclo de violencia y desplazamiento que azota a la población. La OIM ha declarado que Haití está «bajo asedio», lo que refleja la desesperante realidad que vive la ciudadanía.
La asistencia humanitaria se vuelve cada vez más crucial para evitar una catástrofe aún mayor. Sin embargo, los recursos son limitados y el acceso a las comunidades más afectadas se complica cada día. La comunidad internacional se enfrenta a un dilema crítico: ¿cómo responder eficazmente a una crisis que se expande rápidamente? La situación en Haití exige una atención urgente, y las intervenciones deben ser inmediatas para garantizar la seguridad y el bienestar de las personas desplazadas, quienes merecen vivir sin miedo y en condiciones dignas.