Dicen que alguna vez, el monstruo de la Quinta Vergara premió la valentía

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Segunda jornada del festival internacional tuvo una gran fuerza juvenil que cantó, bailó, rió y también, respetó. 

Ya transcurrido un tercio de la 62° edición del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, la noche última del día lunes cumplió pese a haber sido la que se armó con el partido ya jugándose y aún así,  no dejó un mal sabor de boca, al menos para la organización, ya que si bien se vieron algunos claros en específico en la platea, un gran cantidad del respetable se hizo presente en el anfiteatro.

Pero me ocurrió algo un tanto particular. Siento que en mi vida, nunca me había hecho presente en la Quinta Vergara y que no conociera ninguna, pero ninguna sola canción de los artistas, en este caso, las artistas que se hicieron presente en la jornada.

Es que son cantantes que apuntan a otro público y sí, se que pensarán que «no hice la pega» al no interiorizarme sobre Tini y Emilia, a quienes conozco, pero no sigo mayormente sus creaciones. De la última sí, porque escucho recurrentemente a Rombai, agrupación a la que perteneció y vinieron al festival, pero esta apuesta urbana, no y responde netamente a un gusto personal.

Una noche que al menos en el rating no funcionó, quizás porque el televidente sintió que esta velada no fue su festival, esa de prepararse, comer algo rico, sentarse frente al televisor compartiendo en familia y es muy probable que muchos padres ni siquiera consideraron atractiva la jornada. Los temporales a uno, me refiero.

Con un promedio de 26,7 puntos, Tini a punta de simpatía, espontaneidad, baile, frescura, pero con poca voz (de lo que cantó en vivo, el resto por la energía derrochada es difícil hacerlo) encendió al respetable, pero no a las casas. Un producto comercial que funciona y a su vez, un fenómeno que se debe analizar o lograr el equilibrio, ya que la Quinta está encendida, pero en la pantalla no prende, aunque los números son buenos, más no para el festival. Al menos, quienes fueron a verla, se fueron contentos por su performance, aunque me quedé esperando la reacción de Rodrigo De Paul – su novio – en Instagram, algo que nunca llegó.

El Valiente de la Quinta

Los santiaguinos, quizás, ya olvidaron esa práctica y que en regiones se sigue manteniendo. Una analogía se puede emplear para aquel suceso. El temuquense Diego Urrutia con sus 28 años, se subió a la micro por la puerta de atrás y pese que esta no iba llena ya que se requerían pasajeros, lo vieron, lo tomaron y lo subieron a la micro del festival.

Culpa de él, no es, si no todo lo contrario. Urrutia demostró ser un valiente y tener unos tremendos huevos para asumir un puesto de un colega que había renunciado por no compartir ciertas directrices de la organización. En cambio este muchacho – primer hombre en subirse al escenario este 2023 – sí lo hizo y se llevó todos los reconocimientos ante un público que hace siete días, en su mayoría, no sabían quién es, salvo su público de Tik Tok y bares.

Pero el monstruo tiene su corazón y probablemente otro público u otro momento, Diego Urrutia pasaba sin pena ni gloria y si no era su noche, quizás su adiós era mucho más temprano. Sin embargo, siento que existen contextos como por ejemplo el público presente que sintonizó con él, como también la misma condecendencia con el cómico considerando todo lo que anduvo alrededor de él y su invitación. Anoche en la Quinta, primó esto último y la historia dirá que este chico, triunfó y lo aplaudo, pero sigue en crecimiento.

La argentina de los brillitos

Para el final de fiesta estuvo Emilia, quien con fuerza y mucha intención, también hizo bailar a una Quinta que pese al éxodo de un porcentaje del público, de todas maneras la gran mayoría se quedó y fueron conquistados por la argentina.

Pude ver su setlist y me llamó poderosamente la atención que ante la salida de los animadores, se sabía con anterioridad que sería premiada con las gaviotas de plata y oro, en una demostración más de lo desprestigiado que está el emblema máximo de nuestro festival y que antes había que luchar con sangre, sudor y lágrimas para ganarla, hoy basta con que el público coree una canción para llevarse el máximo galardón. 

En la sumatoria, una noche que cumplió para la Quinta, no así para la historia del festival.

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