El día mundial del sueño nos invita a reflexionar sobre la importancia del descanso reparador en nuestras vidas. Con el constante ajetreo y el estrés diario, muchas personas descuidan esta necesidad básica. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un buen descanso no solo promueve la recuperación del cuerpo y el cerebro, sino que también ayuda a prevenir enfermedades como la diabetes y problemas cardiovasculares. Dormir entre seis y siete horas al día, idealmente a la misma hora, debería ser una prioridad para todos, independientemente de la edad.
La higiene del sueño es un aspecto vital que no se puede obviar, similar a llevar una alimentación saludable. Respetar los ciclos de sueño según la etapa de la vida en que se encuentre cada persona es fundamental para garantizar que el cuerpo y el cerebro se recuperen adecuadamente del estrés acumulado. Esto es especialmente relevante en la población mayor, donde la calidad del sueño puede influir de manera significativa en la memoria y en las habilidades cognitivas.
Expertos en salud subrayan que el sueño es un proceso biológico complejo que mantiene activas las funciones del cerebro y del cuerpo, lo que contribuye a un estado de salud óptimo. La falta de un sueño reparador no solo repercute en la salud física, sino que también deteriora la salud mental y emocional, afectando el pensamiento y, por ende, la calidad de vida diaria de las personas. Por lo tanto, se hace imperativo adoptar buenos hábitos de sueño y ser conscientes de su impacto en nuestro bienestar general.
Sin embargo, a medida que envejecemos, muchas personas enfrentan alteraciones en sus patrones de sueño, lo que puede dificultar la conciliación del mismo y dar lugar a un despertar temprano. La especialista Trinidad Cancino, terapeuta ocupacional de una residencia para adultos mayores, aconseja que se implementen medidas sencillas para favorecer un mejor descanso, tales como realizar actividad física durante el día, moderar el consumo de cafeína y establecer una rutina relajante antes de dormir. Estos cambios pueden ser trascendentales para lograr el descanso necesario.
En resumen, el sueño adecuado es un asunto de salud crítica y no puede ser subestimado. Para los mayores de 65 años, se recomienda un mínimo de siete a ocho horas de sueño diario, con el fin de mejorar su estado general durante el día. Al celebrar el día mundial del sueño, es fundamental que tomemos conciencia de esta necesidad biológica y trabajemos juntos para fomentar estilos de vida saludables que incluyan un descanso reparador.