El 1 de mayo de 2022 se convirtió en una fecha trágica en la que la lucha social en Chile se vio marcada por la muerte de Francisca Sandoval, una joven fotoreportera que cubría una marcha para Señal 3 La Victoria. Mientras Francisca se encontraba en plena transmisión desde el centro de Santiago, el estallido de disparos cambió drásticamente el curso de la jornada. Su valiente grito de advertencia, alertando a otros sobre la peligrosa situación, resonó en medio del caos. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo por captar la realidad que se vivía, el ataque se tornó fatal, y solo días después, Francisca perdió la vida a causa de las heridas. Este suceso no solo destrozó a su familia, sino también puso de manifiesto la fragilidad de la libertad de prensa y la protección de los periodistas en situaciones de manifestación.
La muerte de Francisca Sandoval desató una serie de cuestionamientos sobre la responsabilidad de Carabineros de Chile durante la jornada del 1 de mayo. Amalia Gálvez, una colega reportera que estuvo presente en el mismo lugar, fue testigo de la inacción de las fuerzas policiales en un momento crítico. A pesar de recibir disparos, los carros lanzaguas y los agentes en el lugar no intervinieron para proteger a los manifestantes. Gálvez, con una mezcla de frustración y dolor, rememoró el caos de aquella mañana, donde la incertidumbre y el miedo reinaban, dejándonos reflexionando sobre la seguridad de quienes cubren la información en las calles.
Recordar a Francisca es recordar también su infancia y pasión por la fotografía. Su hermano, Nicolás Sandoval Astudillo, rememora la calidez de sus días de verano en la playa y las enseñanzas que compartieron. Francisca siempre mostró interés por las injusticias y la realidad social de su entorno, llevando su cámara a las protestas en busca de retratar aquello que el sistema se negaba a mostrar. Su valentía y tenacidad quedaron grabadas en el corazón de sus seres queridos, quienes siempre la vieron como una luchadora incansable por la verdad. Esta faceta de Francisca se vuelve aún más relevante cuando se analiza su decisión de dedicarse al fotoperiodismo, un campo lleno de riesgos pero que ella jamás dudó en explorar.
A medida que se aproxima el tercer aniversario de su muerte, el legado de Francisca Sandoval sigue vivo, tanto en su familia como en sus colegas en el medio periodístico. Durante la Conferencia del Día Mundial de la Libertad de Prensa, el director de Señal 3 La Victoria, Benjamín Lillo, confrontó abiertamente al Presidente Gabriel Boric sobre la falta de justicia en el caso de Francisca. Su valentía al alzar la voz en un espacio tan público y cargado de simbolismo demuestra cómo la memoria de la fotoreportera sigue inspirando a quienes luchan por la verdad y la justicia. Se hace evidente que el camino hacia el reconocimiento de la labor de los periodistas en contextos de represión no está exento de obstáculos, pero la memoria de Francisca sigue siendo un faro de esperanza para muchos.
En los días posteriores al juicio que condenó al asesino de Francisca, su madre, Mireya, compartió su crítica sobre cómo el Estado ha manejado el caso. Si bien existe una condena, la falta de accountability hacia las fuerzas de seguridad presentes el día de la tragedia deja un vacío en la búsqueda de justicia. Mireya se muestra firme en sus convicciones, exigiendo que se reconozcan las omisiones y negligencias que permitieron la muerte de su hija. La familia Sandoval sigue buscando respuestas y lucha por un futuro donde la vida y la labor de periodistas como Francisca no sean en vano. Así, la vida de Francisca se transforma en un ícono de resistencia y memoria, un recordatorio de la lucha constante por la justicia y el reconocimiento de derechos fundamentales en el contexto social chileno.