El 18 de junio es una fecha emblemática para la comunidad autista, ya que se conmemora el Día del Orgullo Autista. Esta jornada, promovida desde 2005 por la organización Aspies For Freedom, tiene como objetivo celebrar la diversidad neurológica y romper los estigmas que históricamente han rodeado al autismo. Cada año, individuos autistas y aliados levantan la voz en un esfuerzo por expresar que no son problemas que necesiten corrección, sino vidas que merecen ser vividas con dignidad y respeto. Esta celebración invita a la sociedad a reflexionar sobre el valor de la inclusión y los derechos de todas las personas, sin excepción.
En este contexto, la Terapia Ocupacional juega un papel fundamental. Desde sus inicios, esta disciplina ha estado enfocada en promover la participación activa de las personas en diversas actividades cotidianas. Para que las personas, especialmente aquellas en el espectro autista, puedan llevar una vida plena, es esencial crear entornos que favorezcan su bienestar y autonomía. La inclusión se basa en garantizar que todos tengan acceso al derecho de jugar, estudiar, trabajar, convivir y amar. Esto implica un enfoque que respete las particularidades de cada persona y sus formas de percibir el mundo.
Los apoyos ofrecidos a las personas autistas no deben centrarse en la ‘normalización’, sino en acompañar sus procesos individuales reconocidos. A medida que los individuos crecen, sus necesidades cambian. Durante la infancia, los esfuerzos se enfocan en promover el juego y la comunicación; en la adolescencia, enfrentan nuevos retos, como la socialización y la identidad; y en la adultez, el desafío se centra en la inclusión en el ámbito educativo, laboral y comunitario. La falta de reconocimiento de estas etapas puede llevar a que muchos adultos autistas queden fuera de las oportunidades que merecen.
Además de la Terapia Ocupacional, la colaboración con la Psicología es esencial para comprender las emociones y experiencias de las personas autistas. La interdisciplina es clave en este proceso, ya que cuando diferentes profesionales trabajan de manera conjunta, pueden ofrecer apoyos que se transformen en oportunidades verdaderas para los individuos. Avanzar hacia entornos accesibles en todos los niveles es la meta: necesitamos escuelas inclusivas, universidades preparadas y espacios laborales respetuosos que promuevan la diversidad y el respeto hacia todas las personas.
Afrontar el autismo con aceptación no es suficiente; el verdadero reto es integrarlo activamente en nuestras prácticas y políticas. En lugar de temer lo diverso, debemos celebrarlo como una forma válida de ser en el mundo. Cada persona autista es única y requiere ser acompañada en su singularidad. Las respuestas a menudo no se encuentran solo en los manuales, sino que surgen de la experiencia diaria, del diálogo empático y de la disposición a adaptarse. Caminar hacia la inclusión es un acto de justicia y un compromiso con la construcción de una comunidad rica en diversidad. Como dijo Alex Lowery, «en el jardín del amor, cada flor es diferente, pero todas son hermosas»; que nuestra sociedad sea un verdadero reflejo de eso.