Jocelyn es una de las muchas mujeres que han encontrado en el Programa Terapéutico Residencial del Hogar de Cristo una oportunidad para reconstruir su vida y la de su pequeña hija, quien nació hace tan solo dos semanas. Su historia es un poderoso testimonio de resiliencia; a pesar de sentirse perdida y agotada después de varios intentos fallidos por dejar las drogas, decidió que era hora de buscar ayuda. Su instinto maternal y la convicción de que su bebé podría ser el impulso necesario para luchar contra sus adicciones la llevaron a este programa en Quilicura, donde ha comenzado a sanar. «Me di una oportunidad», dice Jocelyn, quien ha pasado seis meses aprendiendo a tejer y cuidando de su hija, mientras trabaja en su proceso de recuperación.
La situación de Jocelyn refleja una realidad preocupante en Chile, donde la pobreza y la desigualdad de género continúan afectando a miles de mujeres. Según estadísticas recientes, el rostro de la pobreza en el país es predominantemente femenino, un tema que se vuelve especialmente relevante a medida que nos acercamos a la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. A pesar de que en los últimos años se ha podido establecer un circuito de tratamiento para el consumo problemático de sustancias en todas las regiones, las cifras de lista de espera siguen siendo inaceptables. Esto pone en evidencia la necesidad urgente de que las oportunidades de rehabilitación coincidan con la motivación de quienes buscan cambiar sus vidas.
El presupuesto destinado a programas de rehabilitación tampoco refleja un compromiso suficiente con las mujeres. De los 60 mil millones de pesos asignados a este problema, solamente 7 mil millones están destinados a programas específicos para mujeres, lo que representa apenas el 12% del total. Esta disparidad resalta las dificultades que enfrentan muchas mujeres como Jocelyn, que no recibieron la ayuda que necesitaban en sus momentos más críticos. En sus propias palabras, la falta de atención y la mirada condenatoria que experimentó al buscar ayuda para sus adicciones confirman que aún hay un largo camino por recorrer en el acceso igualitario a los recursos y programas de rehabilitación en Chile.
Las causas estructurales detrás de la pobreza en Chile son complejas, pero el común denominador es el impacto desproporcionado que tiene en las mujeres. Entre la culpa interna y el juicio social, muchas se ven acorraladas y pierden la esperanza de cambiar su situación. Por eso, Cortés destaca la importancia de desarrollar una agenda feminista inclusiva, que no solo demande más recursos y un enfoque de género en la elaboración de políticas públicas, sino que también abogue por una compasión genuina en el tratamiento de estas problemáticas. Es fundamental derribar las barreras de juicio que perpetúan el estigma, para que más mujeres puedan acceder a programas que les ayuden a levantarse y sanar.
El Hogar de Cristo se posiciona como un aliado clave en la lucha por la igualdad de género y el bienestar de mujeres como Jocelyn. La visión a largo plazo es asegurar que la próxima generación, incluyendo a la hija de Jocelyn, tenga la oportunidad de vivir en un Chile más igualitario y libre de los obstáculos que hoy enfrentan. La construcción de un futuro en el que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades es un objetivo que debe ser prioritario para todos. La historia de Jocelyn es solo un capítulo en una narrativa mucho más amplia que exige acción ahora, para transformar la vida de muchas más mujeres hacia una mejor calidad de vida y dignidad.