El Vía Crucis Popular celebrado el pasado 18 de abril de 2025 en Villa Grimaldi se destacó como un evento cargado de memoria y solidaridad, donde diversos colectivos se unieron para rendir homenaje a los detenidos desaparecidos y ejecutados durante la dictadura en Chile. Esta conmemoración, que comenzó en Tobalaba con José Arrieta, reunió a cientos de participantes que, con pancartas en mano, levantaron sus voces contra la impunidad y exigieron el fin de la desaparición forzada. Las consignas, que resonaban a lo largo del recorrido, incluían recordatorios de figuras emblemáticas como Julia Chuñil Catricura, reafirmando la importancia de no olvidar el pasado y continuar la lucha por la justicia y los derechos humanos.
La figura central de este evento es el sacerdote Mariano Puga, un símbolo de resistencia y defensor incansable de los derechos humanos. Puga, quien fue prisionero político y sobreviviente de la represión en Villa Grimaldi, dedicó su vida a la defensa de las causas sociales y dejó un fuerte legado que aún resuena en el país. Desde el primer Vía Crucis Popular en 1999, en respuesta a la detención de Augusto Pinochet, su mensaje ha inspirado a generaciones a luchar por la justicia social. Su fallecimiento en 2020 no ha apagado el fervor de su espíritu; por el contrario, el llamado a seguir adelante con la lucha por un Chile más justo se ha intensificado.
Durante el Vía Crucis, las consignas y lemas que se escuchaban eran un reflejo de las luchas contemporáneas que nacen del contexto social actual en Chile. Se observó una amalgama de reconocer los horrores del pasado mientras se exige justicia por situaciones que continúan afectando a diversas comunidades. Activistas de derechos humanos, familiares de víctimas y nuevos movimientos sociales se unieron, cohesionando sus esfuerzos en un solo grito: que nunca más se repita la historia de impunidad y sufrimiento. En este sentido, el evento se erige como un recordatorio permanente de que la lucha sigue, y que en cada paso que se da en la memoria de quienes sufrieron, se siembra la esperanza de un futuro mejor.
La organización del Vía Crucis Popular, bajo la coordinación de la Comunidad Ecuménica Martin Luther King, ha logrado consolidar un espacio que trasciende la mera conmemoración. Se convierte en una plataforma de denuncia y reivindicación en pro de los derechos humanos, donde la voz del pueblo se hace sentir. En esta edición 2025, las calles una vez más fueron testigos de la unión entre espiritualidad y resistencia social; uniendo a personas de diferentes orígenes que comparten el deseo de un mundo más equitativo y justo. Esta fusión entre fe y lucha ha sido una de las características distintivas del movimiento que Mariano Puga ayudó a gestar años atrás.
El legado de Mariano Puga perdura en cada paso del Vía Crucis, motivando a las nuevas generaciones a no rendirse en su búsqueda por la verdad y la justicia. Puga siempre enfatizó que «el despertar no tiene que morir nunca más», un mensaje que se mantuvo vivo a lo largo de los años y que ahora resuena con más fuerza que nunca. La juventud chilena, inspirada por su ejemplo, asume el reto de reinventar la lucha por los derechos humanos, adaptándola a los tiempos actuales y enfrentando nuevos desafíos. En este sentido, el Vía Crucis Popular en Villa Grimaldi no solo conmemora el pasado; es un llamado a la acción presente, donde cada participante porta no solo la memoria, sino también la esperanza de un futuro diferente.