El acoso escolar, conocido comúnmente como bullying, es un fenómeno preocupante que impacta a uno de cada tres estudiantes a nivel mundial, según las estadísticas de la UNESCO. En Chile, los datos recientes son alarmantes: las denuncias vinculadas a la convivencia escolar han incrementado en un 25,1% en comparación con el año anterior, alcanzando 1.518 casos registrados durante el último período. Esto representa el 60,7% del total de denuncias recibidas por la Superintendencia de Educación, lo que subraya la urgencia de abordar el problema con seriedad y determinación.
La Dra. María Soledad Calvo, psiquiatra infantil de Clínica Dávila, explica que el bullying se caracteriza por ser una conducta sistemática y repetitiva que busca dañar psicológica o físicamente a la víctima. Se manifiesta a menudo en un contexto de desigualdad de poder, donde el agresor, identificado como el ‘matón del curso’, elige como blanco a niños más tímidos e inseguros. Este patrón de comportamiento no solo afecta al niño agredido, sino que también impacta profundamente en su entorno familiar y educativo, creando un ciclo de violencia que es difícil de romper sin intervención adecuada.
Los padres juegan un papel crucial en la detección y prevención del acoso escolar. La Dra. Calvo advierte que deben estar alertas ante cambios de ánimo en sus hijos que no tengan una causa evidente, como tristeza, irritabilidad o alteraciones del sueño y apetito. Además, pueden presentar síntomas físicos que a menudo se ignoran, como dolores de cabeza o abdominales, así como una notable disminución en su rendimiento académico y un aislamiento social creciente. Prestar atención a estas señales es fundamental para brindar el apoyo necesario y prevenir situaciones de mayor riesgo.
Desde la perspectiva de la intervención y la reparación, Jennifer Conejero, psicóloga infantojuvenil de Clínica Santa María, enfatiza la necesidad de fortalecer la autoestima de los niños que han sido víctimas de bullying. Es vital que las familias escuchen y validen las experiencias de sus hijos, sin minimizar ni intensificar sus vivencias. Conejero destaca la importancia de crear entornos sociales positivos donde los niños puedan establecer vínculos saludables y desarrollar resiliencia. La intervención terapéutica puede ser clave para ayudar a los jóvenes a procesar sus experiencias y adquirir habilidades de convivencia.
Finalmente, la Dra. Ximena Villanueva, neuróloga pediátrica de Clínica Ciudad del Mar, advierte que la problemática del acoso escolar se ha ampliado con la llegada de las nuevas tecnologías, permitiendo que el bullying se extienda al ámbito digital a través del ciberacoso. Para mitigar este riesgo, se recomienda restringir el uso de dispositivos con acceso a internet en niños menores de 12 años y fomentar actividades de comunicación familiar sin pantallas. Promover la educación emocional desde edades tempranas y sin distracciones digitales es esencial para formar individuos resilientes y empáticos.