Vacunación: Empatía y Responsabilidad Social en Salud

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En el marco de la Semana de Vacunación en las Américas, es crucial recalcar la importancia de la vacunación como un acto de empatía y responsabilidad social. Al acercarnos a esta conmemoración, el director de la carrera de Tecnología Médica de la Universidad Santo Tomás en Puerto Montt, Jaime Schifferli Campos, destaca la necesidad de reivindicar el papel de las vacunas en la salud pública. En un mundo donde la desinformación corre a la velocidad de un clic, y las creencias sin fundamento amenazan con socavar los logros alcanzados en la medicina moderna, es urgente hacer un llamado a la sociedad para que comprenda el valor de la inmunización. Las vacunas han sido fundamentales en la erradicación y control de enfermedades que en el pasado causaban muertes masivas, como la viruela y la poliomielitis, lo que subraya su éxito y efectividad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que las vacunas salvan entre 4 y 5 millones de vidas al año, lo que hace evidente su impacto positivo en la salud global. Durante los últimos 50 años, los esfuerzos de inmunización han salvado aproximadamente 154 millones de vidas, lo que se traduce en 6 vidas salvadas cada minuto. Sin embargo, el desafío contemporáneo es el escepticismo que rodea a la vacunación, exacerbado por la proliferación de noticias falsas en redes sociales. Para prevenir la propagación de enfermedades y garantizar la salud pública, es vital que los ciudadanos sean consumidores críticos de información y que las plataformas digitales asuman un papel proactivo en la verificación de contenidos relacionados con la salud.

Un aspecto fundamental de las vacunas es que no solo ofrecen protección individual, sino también colectiva. La inmunidad de grupo se logra cuando un porcentaje significativo de la población está vacunado, lo que interrumpe la cadena de transmisión de agentes infecciosos. Este fenómeno es esencial para proteger a aquellos que no pueden vacunarse, como bebés, personas con sistemas inmunitarios comprometidos y ancianos. Sin embargo, el incremento del rechazo a la vacunación sin fundamentos científicos desestabiliza este equilibrio. Brotes recientes de sarampión en áreas que antes estaban controladas manifiestan la relación directa entre la disminución de las tasas de vacunación y el auge de teorías conspirativas alimentadas por la desinformación.

Rechazar las vacunas no es un acto de libertad personal; es una irresponsabilidad que pone en riesgo la salud de los más vulnerables. En un entorno donde los movimientos antivacunas surgen como una reacción infundada contra la ciencia, Schifferli enfatiza que la ciencia no se basa en opiniones subjetivas, sino en evidencia rigurosamente recopilada y probada a través de estudios clínicos. La efectividad de las vacunas no solo debe ser un tema de debate, sino un consenso basado en datos concretos. Socavar la confianza en la medicina y la vacunación, especialmente en tiempos de crisis sanitaria global, puede tener consecuencias devastadoras para la sociedad.

Finalmente, reivindicar el valor de la vacunación es una forma de defender el derecho a la salud colectiva. En esta Semana de Vacunación, el mensaje es claro: vacunarse es un acto de cuidado hacia uno mismo y hacia los demás. La empatía y el conocimiento deben ser nuestras principales herramientas para afrontar los retos de salud pública. Cada persona tiene la responsabilidad de informarse adecuadamente y de contribuir a la protección de su comunidad al optar por la vacunación. Así, cada vacuna administrada es un paso hacia un futuro más saludable y seguro para todos.

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